miércoles, 20 de junio de 2012

REY DEL VALLE

Allá por Sevilla, preciosa ciudad de Híspalis, bética capital andaluza atravesada por las aguas del Guadalquivir, reside el Maestro. Allá por Serva la Bari, como la llamaron los almohades, se levantó su templo: Iglesia de la Anunciación.
El Señor de la Cruz al Hombro, el Maestro que todo lo puede, el Dios de la mano extendida que todo lo perdona, el Rey del Valle. Él  fue quién me abrió las puertas del costal en el mundo sevillano y quién me acogió bajo su reino de madera. Cada día que pasa lo quiero más y me siento más feliz e integrado con Él, si bien, a fuerza de ser sincero, quién es mi devoción es el Niño de ojos verdes que habita en los Padres Terceros. Él  lo sabe.
Pero el Rey del Valle se hace querer. Y yo lo quiero. Está muy sólo cargando con su cruz al hombro y yo estoy en deuda con Él. Voy a mecerlo sobre mi costal como merece ser mecido el Hijo de Dios. Él me ha dado lo que otros me negaron y por ello debo pasearlo por su céntrico barrio: Laraña, Cuna, Cerrajería, Sierpes, Tetuán...


Verónica, que enjuaga su rostro, limpió mi cara también, me abrió los ojos y me hizo comprender que es el mismo el uno que el otro, que la fe no entiende de advocaciones. Aún así, le dije a la linda mujer Verónica, cada uno tiene su debilidad por lo que me reservo cierto pensamiento: Papá es el Gran Poder, su Hijo el resto de imágenes cristíferas y Nuestro Padre Jesús de la Bondad es la cara que veo cuando rezo el Padre Nuestro (siempre lo digo y siempre lo diré).
Dicho todo lo anterior, reconozco públicamente que estoy muy orgulloso de ser costalero del Hijo de Dios, esta vez en su advocación de Cristo con la Cruz al Hombro. Me ha hecho descubrir nuevos horizontes con aromas de Jueves Santo, soy feliz bajo el peso de su parihuela y esbozo una plena sonrisa en el alma cuando paso a su casa frente a la Plaza de la Encarnación.

Prometo escribir algún día el cómo llegué hasta Él, se lo debo a mi compadre Albertito Laguna y al propio Rey del Valle, Señor de la Anunciación. Será una entrada muy especial por muchas cosas.

Mientras tanto os dejo con algunas imágenes del que todo lo perdona, Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro de la Hermandad del Valle, cofradía rancia y señera del más puro centro sevillano a la que fue a parar este manchego que escribe las presentes líneas.




Nihil Christo praeponatur

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