lunes, 2 de septiembre de 2013

VUELTA AL COLE

Con la infantil pero cada vez más añorada frase que da título a esta entrada, retomo de nuevo el escribir unas líneas en mi humilde rincón cibernético, pues hoy no sólo he vuelto al trabajo iniciando un nuevo año laboral, sino también retomando todas mis actividades de la vida rutinaria y diaria que ocupan mi camino durante once de los doce meses del año natural: vuelven los Lunes de pádel, los relojes cuenta atrás para Navidad y Semana Santa, mis pasiones y arrebatos futboleros, mis sueños cofradieros y costaleros y, por supuesto, la vida jurídica en su pleno esplendor, gracias a la cual logro ganarme el pan. Vuelve en definitiva el estreno de año laboral, el cual, sin uvas ni brindis, abre cual 31 de Diciembre un nuevo período cargado de nuevas voluntades y quehaceres, así como de esperanzas y experiencias que la vida depare. Y así se ha de afrontar, como cuando los kilos aprietan bajo la parihuela de un paso y frunciendo el ceño te dices por dentro: ¡Venga de frente!

A modo de resumen de mi tiempo estival y disfrute vacacional con un solo vocablo podría resumirlo: Camino. Este año he gastado prácticamente todas mis vacaciones en una de las aficiones que más me gusta: El Camino de Santiago. Como ya anticipé en algún escrito he estado caminando con Gemma y con Eva desde Sarria hacia Santiago y, conforme llegué a la ciudad apostólica, volví a mi Ciudad Real natal para volver a irme a caminar, esta vez con mi padre, iniciando en Francia en Saint Jean Pied de Port y no concluyendo en Santiago de Compostela, sino en Santo Domingo de la Calzada. En total he hecho alrededor de 350 kilómetros a pie y tengo el Camino Francés ya recorrido en su mitad: el inicio y el final. Me queda pendiente el tramo del medio, el cual, Dios mediante, intentaré recorrer el año próximo. Así pues y siguiendo las flechas amarillas he conocido lugares como Zubiri, Puente la Reina, Estella, Pamplona, Nájera... Y lo mejor de todo, he vuelto a sentir la magia del Camino, vivencias con personas de todo tipo, charlas trascendentales compartiendo un puñado de kilómetros con gentes que, seguramente, no vuelva a ver en este estadio de la vida, y sin duda, el descubrir que aún quedan muchos sueños por cumplir. 

Además de invertir mi tiempo veraniego en el gran titán de todos los caminos, comenzaba mi temporada de descanso con las fiestas de la Zurra y la Pandorga, a las cuales como buen ciudadrrealeño clásico y tradicional no dudé en asistir. Faltaría más. Tres días después del inicio del mes de Agosto tan ansiado, se casaba uno de mis maestros jurídicos, entrañable persona, pequeño de cuerpo y gigante de corazón: Don Juan de la Cruz. Reza el refranero que "Don sin dín, cojones en latín", pero en este caso hago un más que correcto uso del "Don" para referirme a Juan, pues además de merecerlo se lo tiene ganado a pulso. Desde aquí vuelvo a felicitarle por su enlace y a desearles a Ana (su esposa) y a él la mayor de las fortunas en esta nueva etapa.

Casado que fue Don Juan comencé a preparar mi mochila para el primer camino junto con mi mujer y nuestra amiga Eva. Inició la aventura el día 6 de Agosto y culminó la misma el día 13 del mismo mes y año. Una Compostela más acredita mi nueva llegada a Santiago y una credencial más repleta de sellos que simboliza cada uno de ellos una vivencia, una experiencia, un recuerdo, un lugar. Sin duda un entrañable camino en el que pude disfrutar de recorrer de nuevo el embrujo de la más profunda Galicia celta con la compañía de Gemma, mi chiquitilla, mi mujer y compañera por la senda de la vida, gozando con ella de los lugares y anécdotas que tantas y tantas veces le había narrado. Un deleite para un amante de la ruta jacobea como yo.
Tras volver a la capital manchega en la que resido, mis pies tuvieron un pequeño descanso de tres días (14 a 16 de Agosto, ambos inclusive) antes de introducirse de nuevo en las botas y volver a patear montes y montañas. En esos días tuvo lugar la festividad de la Virgen del Prado, Madre, Reina, Patrona y Soberana, Virgen de las Batallas y se iniciaron las Ferias y Fiestas de Ciudad Real en su honor. Tuve el tiempo justo para pasar un día con los amigos y juntarnos en torno a unos licores espirituosos en el tradicional Baile del Vermú y Casetas de Feria. Ave María a la Patrona de Ciudad Real y disfrute de la amistad coparon mi único día libre íntegramente. Otro día lo dediqué a la familia política y otro a la familia de casa. San Seacabó el "rato" en la villa.


De nuevo con la mochila cargada salía el Sábado, día 17, camino a Saint Jean Pied de Port, donde comenzaría mi mayor aventura como jacobipeta. Un proyecto que me durará tres o cuatro años en el que recorreré íntegramente el Camino Francés. Y cuando digo íntegramente es íntegramente: desde Saint Jean hasta Fisterra. Son muchos los kilómetros a restar y se necesitan unos cuarenta días para realizarlo, motivo por el cual me veo en la obligación de irlo recorriendo poco a poco por trancos, aunque el bocado que le he pegado este año no ha estado nada mal. He cruzado de Francia a España atravesando los Pirineos a pie en lo que ha sido, sin duda, la mayor proeza física en mi vida (ahí tenéis la etapa quienes queráis comprobarlo. Un total de 27 kilómetros repartidos en 22 kilómetros en continua y dura ascensión y 5 kilómetros de brusco y abrupto descenso hasta la Real Colegiata de Roncesvalles con una mochila a cuestas y un bastón como compañero. Realmente dura prueba. Tan dura como satisfactoria una vez acabada). Vuelvo a ver el perfil de esa etapa y sigo asombrándome del logro.


Ya en la Madre Patria he atravesado enteras de este a oeste las provincias de Navarra y La Rioja. Han sido nueve jornadas de peregrinación cargadas de altos sentimientos que concluyeron en el mejor albergue de todos los que he conocido hasta ahora (y son unos cuantos ya): Albergue de la Cofradía del Santo, en Santo Domingo de la Calzada. Tantísimo me agradó el sitio y la amabilidad de sus gentes, hospitaleros voluntarios, que me inscribí como futuro voluntario para compartir con ellos la labor de calmar la sed del peregrino y dar posada al caminante sin recibir más a cambio que la sonrisa que se dibuja en las agotadas caras de los que allí llegan. Bellísima labor la del hospitalero voluntario, sin duda de las grandes magias que esconde el Camino. Algún día ofreceré agua fresca a quien exhausto llegue al albergue, como conmigo hicieron.

Volví de nuevo a Ciudad Real el día 27 de Agosto y agoté mis últimos días del mes vacacional en el chalet de mis padres, disfrutando de la familia, de la piscina y del buen yantar. Y hoy, primer lunes del de Septiembre, día 2 del dicho mes, he vuelto al trabajo con las pilas cargadas e incluso con ganas de laborar para seguir caminando por la vida y cumpliendo sueños. El trabajo bien hecho da sus frutos antes o después. Y ahora es tiempo de trabajar... Sueño ya con una pronta Navidad. Una plancha en Cuaresma sobre un costal. Una eliminatoria de Champions. Una pisada tras otra preparatorias de un nuevo camino. Una charla. Un libro...

Vuelta al cole.


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